Cuando la máxima categoría llegó al aeropuerto del oeste bonaerense, los equipos se fueron acomodando cerca de los hangares pero no había ni boxes, ni carpas; los mecánicos tenían que trabajar al lado de los camiones o micros, a la intemperie. La incertidumbre era cómo funcionarían las máquinas en una pista con una cinta asfáltica muy diferente a la de los autódromos.
El trazado tenía 6.000 metros y la particularidad más impresionante era el ancho, de 40 metros en toda su extensión, por lo que los pilotos podían efectuar distintos radios de giro, maniobras y opciones para tratar de superar rivales. Contaba con tres chicanas demarcadas con gomas; una enfrente a la torre de control, otra en la zona de la enfermería, y la tercera en donde se emplazaron las tribunas para 20.000 personas.
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